La danza folklórica mexicana es una manifestación artística que encarna la diversidad histórica, étnica y geográfica del país. Cada estado de México aporta estilos únicos, vestuarios coloridos, ritmos distintivos y coreografías que narran leyendas locales, celebran tradiciones ancestrales y reflejan la fusión de influencias indígenas, africanas, europeas y mestizas. Desde las danzas ceremoniales de los pueblos originarios hasta el vibrante zapateado del son jalisciense y la energía de las polkas norteñas, el folklore mexicano conforma un mosaico vivo que preserva la identidad y la memoria colectiva.
Actualmente, el grupo Flor Mixteca ha montado repertorios y cuenta con vestuarios representativos de los estados de Jalisco, Veracruz, Hidalgo, Sinaloa y Yucatán.
El folklore yucateco se caracteriza por su elegancia y sus raíces mayas. Las danzas típicas como la jarana yucateca se ejecutan con trajes blancos bordados con flores de colores y los hombres con trajes blancos y sombreros de jipijapa. Estas danzas se presentan en las tradicionales vaquerías, fiestas populares que celebran a los santos patronos y que reflejan la herencia ganadera de la región.
El folklore veracruzano es vibrante y alegre, con el son jarocho como su máxima expresión. Este género musical y dancístico combina influencias indígenas, africanas y españolas. El zapateado, generalmente sobre una tarima, se acompaña de instrumentos como la jarana, el requinto y la marimba. Las mujeres llevan un vestido blanco con encajes, abanico y alegres tocados florales.
El estado de Hidalgo presenta un folklore diverso que incluye danzas de origen otomí, náhuatl y mestizo. El huapango huasteco incorpora además elementos del fandango español del siglo XIX. Se interpeta por un trío huasteco compuesto por violín, jarana huasteca y quinta huapanguera. El baile es vigoroso y rítmico, con zapateado sobre la tarima, que acompaña la música con percusión corporal. Es común en fiestas patronales, ferias y celebraciones comunitarias.
El folklore sinaloense es enérgico y festivo, con danzas que reflejan la vida rural y costera del estado. Destacan los sones y corridos acompañados por la tradicional banda sinaloense. Los bailes suelen incluir movimientos rápidos y giros, y los trajes típicos incorporan sombreros, botas y colores vivos que evocan el espíritu alegre del noroeste mexicano.
Considerado el corazón del folklore mexicano, Jalisco es cuna del mariachi, el tequila y el jarabe tapatío. Esta danza, símbolo nacional, se caracteriza por su ritmo dinámico y el coqueteo entre los bailarines. Los hombres visten el traje de charro y las mujeres el colorido vestido con listones. El folklore jalisciense celebra la identidad nacional con fuerza, orgullo y tradición.